A Puerta Cerrada


El silencio se abrió de par en par, dejando escapar una minúscula voz ya casi ahogada. En medio de la soledad que la noche volcó en ella como un mar, como las aguas del océano recaen sobre la arena. Tras un largo vagar, perdida en la garganta, sin rumbo ni salida, con nada a que aferrarse, sola pendiendo de una cuerda… naufragó, sobre una lengua despoblada de palabras, con una jaula de marfil a su alrededor y una puerta cerrada, se agolpó con toda su fuerza ante la entrada, golpeándose una y otra vez; finalmente la luz la recibió, se acercó a ella cuando abrí los labios era tarde… expiró.


Victoria Brais




1 comentarios:

Marcelo Valladares dijo...

Esa voz minúscula es un deseo contenido por mucho tiempo, que se encuentra cautivo en un cuerpo inexpresivo.
La necesidad de despojarse de esa voz -a veces en forma de suspiro- siempre conlleva vencer un límite: fugarse de la celda para lograr la ansiada libertad.