Ciencia Aplicada


Anotaba la última ecuación en la pizarra volteando de reojo, temía voltear por completo y no verla, ver el pupitre vacío con solo la sombra del recuerdo. Anotaba la última ecuación en el cuaderno, volteando de reojo a verlo, temía voltear por completo y ver que la había olvidado, que no la estaba viendo. Habían calculado todo, la temperatura, la densidad de la masa, la aceleración de los cuerpos, solo les faltaba una. Terminó la ecuación y dio la vuelta, terminó la ecuación cerró el cuaderno. Se fue a su casa calculando el tiempo, el marchó tras ella despejando la distancia. La incógnita se había resuelto.

Victoria Brais

1 comentarios:

Marcelo Valladares dijo...

Se mantiene una tensión visceral desde el inicio hasta el final del escrito. Cada renglón alimenta la espectativa de la situación y el desenlance es incierto. Es una mezcla de atracción y rechazo, dos imanes que no pueden estar unidos del todo, pero viven en intenso magnetismo.

Se identifica claramente a los protagonistas y en aquello radica la riqueza del texto: no hay necesidad de explicarlo.