Prisiones...

Abrí los ojos un instante, intentando divisar la luz ...
Estaba encerrada, mi prisión no tenía paredes,
ni muros, ni cristales ni alambradas, aún así era una jaula;
no me pusieron barrotes, ni cerrojos, ni murallas,
ni candados ni guardas, no dejaba de ser una cárcel.
Miré a mi alrededor y no había nada,
solo a la distancia un par de ojos siempre abiertos,
que día y noche sin parpadear me miraban,
acompañados de una voz frágil y constante
que no dejaba de repetirme hora tras hora,
susurrando a mi oído estas fatales palabras:
“No te atrevas, no lo hagas”

V.B

1 comentarios:

Marcelo Valladares dijo...

La ausencia de muros es la libertad de hacer lo que te place, lo que de verdad te libera y cohibe tus bajos instintos. Pero, al mismo tiempo está la sensatez, esos ojos abiertos y recriminadores que censuran tu delirio y encarcelan tu imaginación.