Debiéramos volver al reloj de pulso...

Debiéramos volver al reloj de pulso, al tiempo hecho de sangre y de palpitaciones. ¡Qué nostalgia de los días de arena! ¡Cuán grandes éramos en los días del Sol! Los hombres y las horas éramos iguales, de la misma materia; pueblos y minutos cayendo hasta formar un montículo de polvo, el hombre al hombre, el tiempo al tiempo, retornando como arena. Qué distintas las noches dependientes de los astros, cuando el sueño no se medía; la oscuridad paraba al mundo y en la mañana, nos daba a luz la vida. Entonces no conocía el hombre las tinieblas, nacíamos al amanecer y nuestro ocaso legaba junto con el de la tierra, cuando el Sol descendía y nos llamaba al hogar, a dormir con las estrellas.

Nada como un reloj para hacer sentir al hombre su miseria, ya nadie quiere ver pasar el tiempo ¡qué efímeros nos vuelve el segundero! Morimos cómo prematuros, quedamos en desamparo. ¿A dónde se nos va el tiempo? Las manecillas siguen girando y el hombre no se detiene, sin avanzar solo retorna, no al polvo, ni al Sol, vuelve al inicio… ya no hay descanso.

Qué tristeza madurar a tres velocidades y llegar al fin de nuestros días con dos terceras partes muertas (quiero una existencia plena). Arrancaré un par de manecillas, la vida al final es sólo esto: una hora, sin tiempo, sin muerte, sin retorno.

Debiéramos volver al reloj de pulso, al tiempo hecho de sangre y de palpitaciones.

V.B

Arrullo para Despertar

Recolecté palomas para emprender el vuelo
Y llevar sobre las alas los sueños de libertad.
Llevo en los oídos caracolas, regalos del océano
El cantar de las sirenas encerradas, laberintos
Oníricos para atrapar de noche a la realidad.
Brasas del Sol para bailar al compás de panderetas,
Tocadas por mil gitanos, debajo de la ciudad.
Le robé una vida a cada gato, para morir cada día
Para reencarnar, y venir a contarte algunas historias
De almas que se fingen sombras en la oscuridad.
Para embriagarte de insomnio, para curarte el miedo
Que tienes de despertar, te conseguí amuletos.
Te dibujaré unas alas para que salgas a nadar
En medio del cielo, y unas aletas para que vueles
A profundidad, para que tus pies nunca toquen el suelo
E inventes caminos. Para que no vuelvas a caminar.

V.B

Desnuda


Por qué cubrir de seda el cuerpo que se ha tatuado de luto, para que darle calzado al desvalido que no quiere caminar, que está postrado. Para que secar las lágrimas visibles si el dolor tanto tiempo contenido, se está ahogando por dentro con el llanto. Por qué maquillar los labios con sonrisas sí no borra la amargura de la boca. Dadme el rostro que perdí entre los disfraces, la vida que tiré con los vestidos, si tirada en medio del escombro está mi alma, si buscando está a mi cuerpo entre las tumbas, devolvedla a mi piel… está desnuda.

V.B

La hora en Punto



Nuestra vida marcha siempre a ritmos tan dispares, intento aguardar pacientemente hasta que llegas a mí, con tu paso siempre ágil, a éste lugar, a otro lugar, al mismo lugar y permanecer entonces juntos durante breves instantes hasta que el tiempo nos apremia y es momento de dejarte ir, hasta que corran los segundos y tu adiós sea inevitable.

Te veo llegar a la distancia y los segundos parecen volverse eternos, tus pasos no se apresuran, olvidas que para ti cada paso es un minuto, para mi cada paso es una hora; quisiera que los grilletes te permitieran correr y alcanzarme.
Te aproximas como cada vez, al fin ya dan las doce, si tan solo se pudiera detener el reloj éste minuto, cuando en medio de mis brazos permaneces, cuando no hay distancia ni tiempo entre nosotros, cuando somos uno, si tan solo el mundo dejara de girar cuando llegas a mi lado, quisiera romper esta absurda monotonía…es en vano.

El segundero sigue caminando, das un paso, me resta esperarte otra hora, o 59 minutos, hasta pronto mi amor ya son las 12:01 y te has marchado.

V.B

Mitos

No, definitivamente no es amarga, es como la sal.
Sabe a labios partidos a entrañas desgarradas,
A rocas sin agua, a suelos desiertos, a tierra árida
Sabe a palpitaciones, a paro cardiaco, a presión alta…
No, tampoco diría que es negra, no tiene un solo matiz
Es gris como la madrugada, carente de luna y de Sol
Azul como la garganta del mar en la tormenta, así
Roja, como las manzanas una vez mordidas por la tentación
No, jamás pensarás que es cruda, es como la última cena
Antes de la ejecución, como el banquete de fin de año
Como la comida más cotidiana, el pan nuestro de cada día.
No, no es dolor, no es amargura, no es deseo de venganza
No es despecho ni nostalgia, no es el miedo ni aberración, sólo
Sin adjetivaciones, ni amarga, ni negra, ni cruda me queda
Una sola palabra, se basta a sí misma, ésta es decepción…

V.B

Muerte Temporal


Contuvo el aliento, sabía bien que una vez se decidiera no habría marcha atrás. Se aproximó una manecilla al corazón y se clavó en el pecho un segundero. Exhaló y en su último suspiro escuché como se apagaban una a una sus sesenta palpitaciones. Sangrante la herida se desbordaba, dejando salir la eternidad hora con hora, finalmente se detuvo. Tan solo es el primer paso, con suerte los demás relojes también se quiten la vida y deje de existir el tiempo.

Ahora que tú no estás


Mientras aún no estás aquí

Hora tras hora,

Se clavan los minutos

En mi piel como alfileres,

Punzantes en mi cabeza

Haciendo correr la sangre,

Sobre tu ausencia dormida

Intentando despertarte.

Ahora que tú no estás

Y el sueño me abandonó

Con los capullos abiertos

Por la noche de verano

Trato de hacer dormir

Los brotes de mi deseo

Arrullándolos con cantos,

Mitigándolos con rezos.

Ahora que los abriles,

Desprenden de si azahares

Y caen los frutos maduros

De las ramas palpitantes;

Febrilmente consumida

Por la humedad de la tierra

En medio de la hojarasca

Esperando a que amanezca;

Sentada sobre los musgos

Que en el campo reverdecen

Me desnudo la prudencia

Que otras veces me detiene

Camino a tus habitaciones

Antes de que el Sol anuncie

El comienzo de las horas

Y el cese de las ilusiones

Ahora que estás conmigo

En el templo de la noche,

Pienso encontrarte soñando

Me acerco para despertarte,

Tus manos se me aproximan

Como llamas hacia el leño

Tus ojos nunca han dormido…

Me esperaban ya hacía tiempo.


V.B

Sólo de Noche


Desdibujada, sin facciones en el rostro

Con el cuerpo postrado, en el anonimato.

Se mueve sigilosamente sin dar pasos,

Con miedo a que la luz la toque y la descubra.

Aguarda pacientemente en los rincones

Hasta que la oscuridad la alcanza y la consume.

Cuando la luna despegándole los pies

Cansados de la tierra, los lleva al firmamento

El frágil cuerpo al que la libertad seduce

Se hace uno con los brazos de la noche,

Le quita los grilletes, la cadena que la hunde

Se abandona en las cámaras de cielo

Y en medio del éxtasis del vuelo,

Todo se le muestra claro, se descubre:

Sombra es pero en las noches… cuerpo.


V.B

Sentido a la vida


Se quedó vagando entre dos tierras, sin paz, casi sin cuerpo. Con unos cuantos harapos que le cubren solo las partes indispensables, las menos vergonzosas, las más relevantes de su memoria. Mientras calza agujerados unos zapatos que impiden que el camino se ensucie con su andar, trastabillea intentando dar con el camino que lo lleve de regreso.

Algunos dicen que lo ven pasar a veces en las noches, como el espíritu del muerto que jamás regresa, pero no se va. Llora y recorre las calles, grita silenciosamente sin ser escuchado, no pidiendo nada, más deseando su libertad… incapaz de entender el presente atrapado en lo que fue su ayer, revive diariamente el mismo infierno. Con la mirada en alto, dubitativa como quien espera y a la vez reniega, emitiendo sonidos casi inteligibles se lamenta.

Hay veces, cuando una pequeña ventana en medio de esa oscuridad se le abre de par en par, y por unos momentos cree entenderlo todo. Cubre con la vista los alrededores, reconoce a unas calles lo que fue su hogar, corre y llama a la puerta, mientras unos crujidos escapan de la casa, hasta que las ruinas del viejo lugar se caen. La fachada empieza a desprenderse y le siguen las paredes… no queda nada. Se cubre las manos con el rostro, avergonzado mira los jirones que le cuelgan de los hombros e intenta cubrir con su cuerpo los harapos, corre pidiendo ayuda pero es muy tarde, han pasado desde entonces diez años.

El incendio consumió la sala, se extendió por la bella arquitectura de madera, las cortinas encendidas bloqueaban las salidas, la puerta hinchada no cedió mientras él veía lo único que le quedaba perderse entre las flamas. Sin algo a que aferrarse, sin un refugio para esconderse, se marchó solo a ese pequeño lugar en su memoria donde hasta la fecha corre a refugiarse, donde no encuentra lugar ningún otro pensamiento, donde solo como un mueble, se encuentra su deseo de encontrar la libertad.

Sigue llorando, pero encontrará la salida, y uno de sus fantasmas lo guiará a la puerta. El amanecer lo alcanza mientras ve la luz acercándose en silencio esperando a que llegue. Apareció a lo lejos, se puso de pie, y por vez primera en mucho tiempo, caminó con la mirada fija concentrada en un solo objetivo, en el de atravesar con las alas destrozadas el último tramo de ese largo trayecto.

Amaneció al lado de la banqueta, tirado boca arriba, contemplando el firmamento. Tenía la mirada tranquila, al fin era libre de esa jaula de recuerdos. Pasé al lado de él y solo por si acaso, le cerré los ojos, no sería justo que habiendo alcanzado la paz, se viera obligado a ver a su alrededor. Me senté un momento junto a él, a acompañarlo mientras se despedía. Abrió uno de sus puños cerrados y exhaló. a cambio de esos minutos de compañía, el me ofrecía una tarea, me regalaba su única posesión, un poco de veneno.

La gente continuó caminando, las horas siguieron corriendo, nadie más supo de su pena, ni de su dolor, no hubo alguien que reclamara el cuerpo. Lloré amargamente su muerte, hasta que la noche nos alcanzó y en medio de esa soledad lo supe, tenía que hacer algo por él y aunque era un poco tarde, me despojé del traje, cubrí con el su cuerpo, lo vestí cuidadosamente, puse sus harapos encima de mí y espere pacientemente a la distancia.

Apenas una hora después, contemplaba desde el alojo que me daba una caja de cartón, como se llevaban al muerto, revisaron sus bolsillos encontraron mis credenciales, su cuerpo tan desfigurado por las llamas, no se parecía a nadie. A los tres días le dieron entierro. Muchos de mis amigos lo lloraron, le llevaron flores, se hicieron cargo del papeleo, y yo a cambio, cubro su lugar, la hago de loco en las banquetas, en las noches lloro por la humanidad, esperando que un día cuando yo muera, haya alguien entienda esta misión y decida apropiarse del puesto.

Victoria Brais

En memoria de todos aquellos que no tuvieron voz, de los locos, los inadaptados, de los incomprendidos, para ellos: mis hermanos.

Anotación


EL estadio se quedó en silencio, era el momento, no se oía un solo murmullo, incluso el viento se calmó. El marcador estaba por debajo, 1-0 ahora o nunca, debía de concentrarse para ubicar el ángulo exacto, cualquier descuido podía ser fatal.

Contempló la portería desde lejos recordando el glorioso momento en que el árbitro gritó -¡penal!- su corazón se detuvo casi a la par que el juego, se puso de pié, y comenzó a avanzar, parecía que nadie lo veía, solo eran él y el balón frente a esa enorme puerta. Sonó el silbato, era su oportunidad, comenzó a correr en una carrera que parecía interminable… para este momento se había preparado, finalmente sucedió. Pateó el esférico que voló hacia el arco contrario depositándose en el fondo, justo como lo había soñado, la afición se puso de pie, se escuchaban las ovaciones gritando –Goooool- corría festejando con las manos en alto la anotación; unos metros adelante lo detuvieron, lo sacaron de la cancha y el partido continuó. Que importa, lo había logrado, al final, anotó.

v.B

http://www.youtube.com/watch?v=jKC7AdIaPxY

Incandescencia

Consumida en medio de las brasas

Despidiendo los aromas del incienso

Me arrojo a los brazos de la noche

Abandono las cámaras del cuerpo

El viento me arrebata de las flamas

Mis partículas se elevan en el cielo

Ésta noche han de llover cenizas

Haré resplandecer el firmamento

Incendiarios


Había una fuga. En cuestión de minutos el fuego se expandía, devorándolo todo. Las llamas se acercaban a sus cuerpos temblorosos. Intentaron apagarlo o contenerlo, ya era tarde, buscaron una salida pero en vano; finalmente quedaron rodeados por las flamas uno frente al otro, siendo consumidos por el fuego; solo bastó un descuido, si tan solo uno lo hubiera notado, si alguno hubiera cerrado los ojos.