No despiertes

Los cielos descubren la noche cuando tú te duermes.
Y al abrir los ojos ¿A dónde se te irán los sueños?
Para que no se mueran, mi amor, no despiertes.
Las palabras ligeras siempre caen en tierra, las manos
Se enlazan y cuando están juntas lo sabes, no mienten.
Amor para que no perjures, mejor… no despiertes.
El hombre no tiene reposo, y ajenos le son los cantares,
El más grande himno le añade tristeza, ya cante o murmure
Para que no los oigas, amor mejor no despiertes.
Las campanas convocan a todos sus infieles, el repiqueteo
Les anuncia el juicio, y mientras se eleva la última plegaria,
Tan sólo susurro. “Que tenga reposo, que nunca despierte”

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La única evidencia de vida en ese cuarto era esa respiración, un silbido apenas perceptible que de cuando en cuando le balanceaba el escaso bigote. Cada día, tras haber caído la última de las bombas era lo único seguro y constante, ni una voz, ni otro sobresalto, ni el repiqueteo de los zapatos, siempre el mismo sonido, al principio grave y después agudo como silbato. Cada noche se repetía una y otra vez sin poder detenerlo, ni cambiando de posición, ni acomodando la almohada, ni siquiera esa vez que cansada de lo mismo terminó encima de él con las manos sobre el cuello, dejándole la garganta cerrada y los ojos abiertos, ni siquiera hoy después de tantos años… lo sigo oyendo